sábado, 8 de enero de 2011

Vocare

Es la fragilidad del hombre la que inunda hoy mis pensamientos. Tengo esa sensación de que me rompería en infinitos pedazos con el mero roce del gélido viento de una noche como la de hoy: oscura, fría, absorbente, mística. El ser humano pierde toda su fuerza, potencia y dureza con el asomo de un sentimiento, con la presencia del miedo en su vida. Es el miedo –y no otro- quien nos pone a prueba, el temor a lo que nos rodea, las preguntas del mundo, las dudas sobre nosotros mismos.

Me considero, en muchas cosas, un ser atemporal. El tiempo no es un factor que condicione excesivamente mi vida: pienso que tanto el futuro como el pasado se pueden modificar con nuestra voluntad presente. Una barbaridad, lo sé, pero así lo concluyo. Por ello apenas siento que sea demasiado pronto o demasiado tarde para casi nada: la vida nos entrega en cada momento lo que Dios desea para nosotros.

Hoy siento que Dios me llama, me avisa, me protege y me advierte. Pero como ser humano, imperfecto soy. No llego a comprender con totalidad qué me está diciendo, qué espera Él de mí. Tengo miedo de no ser lo suficientemente valiente ni fuerte como para escucharle y dejarlo todo para seguirle. Tal vez la reflexión sea la mejor aliada en estos casos de confusión y desorientación; mas quizá me pierda aún con mayor fuerza en este complejo camino que es la vida, olvidando muchas otras cosas maravillosas.

Sin embargo, el mundo está demasiado lleno de personas que sufren y de otras que, tras haber perdido el sentido de sus vidas, hacen daño a los demás. Es ahí donde sospecho que Dios quiere que yo esté: junto al que sufre, junto al que lo ha perdido todo; para animarles y transmitirles la fuerza que el Espíritu Santo nos regala sin pedirnos nada a cambio más que amor. Ese amor tan olvidado en nuestros días, ese amor que intentamos sustituir y reemplazar por nuestros propios intereses. Ese amor, por el contrario, que a veces nublamos con el penetrante odio, que duele y destruye tanto al que odia como al que es odiado. Asimismo, creo sentir que Dios quiere que le ceda mi vida a Él y a los hombres, para orientarles y aconsejarles según los principios de mi fe como Jesucristo y sus apóstoles ya hicieron. Quizá Dios me esté llamando a su Ministerio, a llevar una vida diferente, entregada al mundo y al hombre. Entregada, en definitiva, al Amor, que es el único capaz de vencer al miedo y al dolor.

sábado, 2 de octubre de 2010

Paradigma

Os iba a hablar sobre el supuesto carácter inmanente de las esencias en Aristóteles (sustancias segundas, en su terminología)... He cambiado de opinión.

Pienso: "¿les contaré algo de Fonética /ən(d) prən˄nsi'eɪʃn/?" - "No, sonaría demasiado teórico e impersonal..."

Así que simplemente os formularé una pregunta (que juntos ya intentaremos responder, con el tiempo): ¿es la realidad virtual una verdad ontológica, o sólo una imitación de la verdadera realidad perceptible sensorialmente?

Qué pregunta más fea... En el fondo, chico, te diré que no me gusta.

¿Por qué estoy hoy en Madrid?

Bonita pregunta; preciosa respuesta. Hoy cumplo una semana como habitante de la capital española, y es momento de reflexión -como casi siempre, ya sabes-.

Sin embargo, y para retomar la actividad del espacio, considero esencial que descubráis qué me hizo estar aquí, qué ha posibilitado que esté en un Colegio Mayor durmiendo, comiendo... Viviendo.

Comparto por tanto la carta de motivación exigida por el Centro para que caigáis en la cuenta de dos detalles: primero, lo "bien" que se me da hacer la pelota a la institución (no olvides que el objetivo era darme una plaza a tres días de empezar las clases); y segundo, qué espero (a muy grandes rasgos, pues sólo disponía de cinco minutos para escribirlo) de la experiencia colegial.

Para serte sincero, me han comunicado que "no la han odiado demasiado"... Y , ¿qué opinas? ¿Me dejarías formar parte de tu Colegio Mayor?

Ya os contaré mis nuevas experiencias por aquí. De momento, opinión y juicio (actitud que constantemente debemos mantener para no caer en el dogmatismo).

"
La definición de Colegio Mayor que comúnmente aparece en los diccionarios es la de “lugar en el que cierto número de estudiantes universitarios se alojan y conviven”. Sin embargo, numerosas inquietudes me surgen como persona además de la mera acomodación. Para la correcta elección de Colegio Mayor, estoy convencido de que entre las oportunidades ofrecidas, todas ellas diferentes y particulares, es el Colegio Mayor SJE el que me ofrecería todo aquello que anhelo personal, académica y socialmente.

En primer lugar, el Colegio Mayor SJE garantizaría mi crecimiento personal como hombre y como ciudadano del mundo. Gracias a la personalidad activa e inquieta que me caracteriza, es indudable que formar parte de su Colegio me aportaría la posibilidad de encontrar el mejor ambiente para continuar con la ardua tarea que Sócrates nos proponía allá por el siglo V antes de Cristo: el conocernos a nosotros mismos, explorarnos y descubrirnos para poder así entregarnos a la sociedad en la mayor plenitud posible. Ello es así debido al espíritu formativo que caracteriza su Centro, siempre atento al desarrollo de las personas en su máximo potencial, así como a la preparación de los jóvenes para las realidades del mundo contemporáneo, tales como la convivencia o los tan importantes valores que parecen caer en el olvido con el paso del tiempo.

Del mismo modo, considero que la formación humana se encuentra en un momento crítico durante los estudios universitarios, tiempo de reflexión personal para la definición de nuestro proyecto de vida. Por ello, el soporte de vivir en el Colegio Mayor otorgaría el ambiente óptimo para tal búsqueda de respuestas a los interrogantes que como hombres y mujeres nos surgen. Además, teniendo en cuenta mi pasión por el estudio del pensamiento y su relación con nuestra vida cotidiana, estimo que su Centro me brindaría la oportunidad de poder satisfacer buena parte de las cuestiones que seguro el Grado en Filosofía me propondrá.

Desde el punto de vista académico y profesional, convencido estoy de que los estudios universitarios en Filosofía me ayudarán a realizarme como persona, pues es el continuo examen de la realidad en la que vivimos el rasgo principal de mi idiosincrasia. Igualmente, la comprensión de otras realidades antropológicas y culturales del mundo y el contacto con diversas formas de pensar profundizarán mi espíritu crítico característico de mi manera de ser. Los estudios filosóficos me otorgarán una perspectiva humanística que me capacitará para pronunciarme con propiedad, gracias a la erudición hermenéutica basada en el atento análisis de textos que protagoniza la metodología utilizada en Filosofía.

Por otra parte, confío en que como chico comprometido con el mundo pueda aportar a su Colegio Mayor un original punto de vista que se nutrirá de tantos otros de los compañeros, pues es la reciprocidad un aspecto esencial para el aprendizaje y el desarrollo humano. Por ello, el poder compartir la experiencia en grupo con otros jóvenes inquietos nos permitirá a todos nosotros involucrarnos juntos en el mundo con una amplia perspectiva de sus hechos, forjando amistades y fuertes lazos que nos unirán para siempre.

Finalmente, el Colegio Mayor SJE y sus extraordinarias actividades culturales, así como todas sus aulas y servicios contribuirán ampliamente en el desarrollo y la formación integral de la persona que tanto anhelo. "

martes, 31 de agosto de 2010

Uno más


Aquí te dejo un texto reflejo de mis dieciséis años y de la hipocresía que me caracterizaba...


Mientras soy seducido por el misticismo que se puede respirar en el ambiente nocturno de un día cualquiera, a veces pienso que soy invisible, que nadie puede verme en realidad. En este mundo no soy nada, soy simple y llanamente un granito de arena. Nada está en mis manos, nada depende de mí. Pero mis aspiraciones en esta vida no son, para nada, ser alguien. Creo que si quieres llegar a serlo todo, debes empezar deseando no ser nada. A veces la locura me invade, se apodera de mi alma, de mi cuerpo, de mi mente; de mi ser. No puedo imaginar cómo sería una vida sin problemas ni conflictos. ¿Sería eso vida?

Pero mi pregunta no recae ahí, sino en la causa de que unos pasemos desapercibidos en el mundo, es decir, que pasemos por la vida; y sin embargo otros sean dueños del éxito, todo o casi todo les sale bien, todo son alegrías y sus sonrisas nos llenan del resplandor de su felicidad: aquéllos en los que la vida pasa por ellos, pero que nunca morirán. ¿En qué momento me equivoqué yo para nunca jamás conseguir la tan deseada felicidad? De vez en cuando pienso si realmente la busco; o si ya la he perdido. Quizá ya haya sido feliz, y nunca haya sido consciente de ello. Puede ser que estemos esperando desesperadamente llegar a la estación de tren, cuando la felicidad sea el mero viaje. Pero entonces, ¿qué me nubla poder ser feliz? ¿En qué puedo estar pensando para que cuando me voy a poner las lentillas, primero intente dolorosas veces sacármelas de los ojos? ¿Qué centra mi atención? ¿Qué capta mi interés? ¿Qué tengo en mi cabeza? Tal vez haciendo estas preguntas, y sin saber contestar ninguna de ellas, alguien pueda llamarme bohemio. Pero no es cierto en absoluto. Exclusivamente siento que mi alma no encaja donde está. Mi pensamiento no puede emplazarse en el entorno que me rodea, en el que influyo y del que constantemente recibo influencias. Cuando sientes que en tu propia casa te están preparando para conseguir el éxito y no para ser tú mismo, es cuando empiezas a preguntarte "qué coño estás haciendo aquí". ¿A esto se reduce mi existencia? ¿A ser lo que alguien quiere que sea? No creo que mi objetivo en la vida sea ése, el de ser tan políticamente correcto, no ser problemático, o peor aún, normal. Hace ya un tiempo que me di cuenta de que no era normal: no soy como los demás, no me inquietan los mismos temas, me hago preguntas que quizá pocas personas se las hubiese hecho. Desgraciadamente llamo a atención. Pero no para bien, sino para mal. Mas cuando crees que puedes llegar a alcanzar la felicidad siendo como eres, de repente surge un problema: en la sociedad no estamos solos, necesitamos a alguien que nos acompañe. Si ya era problema el reconocimiento de la propiedad de tu vida, añadámosle la sociedad. Me es tan difícil encontrar a personas con las que pueda comentar mis problemas...; tan difícil, que acabo tirando la toalla. Parece que a nadie le preocupa ni le interesa lo que un "maldito crío" diga o piense. ¿Será mi último fin el quedarme solo para siempre? Quizás no estoy preparado para vivir en sociedad. Quizás sigo siendo un pobre niño que se aísla del mundo y que lo reduce todo al ámbito que sus ojos le muestran. Pero, ¿habrá algo detrás del pequeño mundo que conocemos? ¿Hay algo más que no sea lo que yo estoy viendo? Idealista y optimista, creo pensar que sí; que habrá alguien en el mundo que sí me entienda, que me escuche, que me corrija, que me complemente, que me aprecie, que me quiera tal como soy. Porque mienten todos aquellos que hoy dicen que hacen algo de esto. Sólo saben ver lo que mi formación me dio, que no es más que pautas de buen comportamiento, pautas para no ser un revolucionario, pautas, en definitiva, para ser "uno más". Cuando te das cuenta de que la educación que estás recibiendo se centra únicamente en dejar de ser tú mismo y comenzar a ser como la sociedad pide que seas, ése es el momento último en el que perdiste la libertad. Desapareció, se fue. Ya no volverá.

Por todo esto, sigo esperando el día en que alguien me enseñe lo que la felicidad es, que me ayude a ser feliz: que me haga vivir. Una persona que me valore por ser yo, que sepa de mí y que esté a mi lado en los buenos y en los malos momentos. En definitiva, que simplemente quiera que sea yo mismo. Pero si soy así y no te gusta, lo siento: no mires, ignórame; pero por favor, no me digas cómo tengo que ser.

sábado, 26 de junio de 2010

¿Activo o pasivo?


Con este título estarás esperando una entrada sobre economía y balances de situación o sobre sexo, quizá. Pero aún no. Hoy es momento de reflexionar sobre la actitud que mostramos ante las realidades del mundo en el que vivimos.

Infinidad de noticias nos invaden cada día gracias a los medios de comunicación y casi ninguna de ellas es completamente gratuita para nuestras vidas, pues soy de los que creen que todo tiene su repercusión en la persona. Incluso lo más lejano a nuestro día a día podemos sentirlo tan nuestro como si en realidad lo fuere.

Pero no escribiré hoy sobre las realidades de la vida. Es un aspecto clave de ella el que hoy se vuelve protagonista de mi discurso: la actuación.

Ante las realidades y hechos que acaecen, es claro y distinto (por tanto, evidente) que tenemos dos alternativas: involucrarnos o no. Sentirnos partícipes o mantenernos al margen.

Nada nuevo escribo, pues cualquiera lo sabe. La intención última de mis palabras es despertar en ti (más que despertar, hacer que caigas en la cuenta de ello) un espíritu crítico para con el mundo que estoy seguro tienes, pero no conocemos plenamente. Como nos es habitual, el desconocimiento de nuestra psiqué vuelve a complicarnos la existencia. Y que nos la siga complicando, pues significará que estamos vivos.

Ver, juzgar, actuar. Una terna cuya perspectiva diacrónica no debemos olvidar nunca: no nos aceleremos e intentemos actuar rápida e inconscientemente, pues sería desconsiderado por nuestra parte. No nos equivoquemos. Pese a la indudable relación léxico-semántica entre “actuar” y “activo”, no es apropiada su relación directa.

Continuando con la reflexión lingüística, y tal como habrás podido comprobar con las palabras que a lo largo de esta semana y unos cuantos días hemos compartido, es el ambicioso intento de análisis y reflexión sobre el mundo la que centra este espacio a través del medio escrito. Aunque hemos compartido mucho más que palabras, ¿no crees? “Metapalabras”, se me ocurre llamarlo… Esas realidades cuya esencia sobrepasa lo estrictamente expresable, esas verdades que hacen nuestra vida tan compleja y, al mismo tiempo, tan apasionante.

Entonces, ¿qué sentido le doy a la “metapalabra” “activo”? Pues para mí existe una identidad indubitable entre ser activo y ser crítico. En definitiva, otra forma de apelar a esa actitud puramente humana de analizar con perspectiva todo lo que nos rodea (y lo que en nosotros mismos yace, por supuesto).

Convencido estoy de que la actitud crítica es la que tomas en el arduo intento de comprender la totalidad de lo que existe (¿qué es existencia?, me pregunto…). Mas si escribo esto es para animarte a que no la olvides nunca, a que pase lo que pase no caigas en el dogmatismo y consideres por verdad lo que tu entendimiento no ha procesado.

Aburrido y cansado parece, pero apasionante y entretenido es si con alguien compartes tu opinión y juicio: los cuales estoy seguro son profundos y carentes de todo reflejo de superchería.

“Y esto es todo…” Hoy quería animarte a recordar cuál es, a mi ver, la mejor forma de proceder ante la inmensidad de información que nos rodea y a vivificar el placer de compartir tu reflexión con quien más quieras, pues sólo así nos acercaremos un poquito más a la anhelada verdad…

Nuestra verdad.





P.D.: Puesto que la formación que he estado recibiendo este último curso ha sido eminentemente filológica (además de la personal, que prima por encima de cualquier otra), ¿qué te parece si pronto intento dirigirme a ti en la lengua inglesa? Ha surgido esa inquietud en mí al darme cuenta de las inmensurables posibilidades que el lenguaje y las lenguas nos ofrecen como hombres y mujeres, un extraordinario recurso que, sin ir más lejos, me está permitiendo acercarme un poquito a tu vida. Pues no lo olvides: este espacio no tiene sentido alguno si no es por ti.

miércoles, 23 de junio de 2010

Resistencia

22 de junio. 7:30 am, ya despierto. Tantas cosas dentro de mí que me es realmente arduo ver cómo el tiempo pasa y a sí mismo se pierde, se tira. Ya levantado no puedo renunciar de modo alguno a un nuevo día, sea como fuere.

Día señalado en el calendario: tanto por la colaboración con mi antiguo colegio en unas jornadas de orientación universitaria como por la graduación de mi primo. Traducido a mi lengua personal (la de la mente, por supuesto): “no tendré mucho tiempo libre”.

Sobre las jornadas, aunque breves, cargadas de contenido. Aún ahora continúo asombrado por el reducido número de asistentes (cinco), pero más aún por la motivación que en ellos tuve el placer de descubrir. Chicos y chicas con inquietud europeísta y sedientos de claridad de ideas.

El mundo se paraba. Una pregunta me rondaba por la mente en ese mismo instante: ¿qué narices hago yo dando consejo a nadie si soy el primero que nada tengo claro? Por ese motivo, decidí dejar de ser el “conferenciante invitado” para convertirme en un mero interlocutor con el que los jóvenes pudieran conversar e interrogar. Y satisfecho de mi labor abandoné las aulas que gran parte de mi vida protagonizaron. De iluso pecaría, sin embargo, si creo que han salido orientados. Mas contento me encuentro de haberles dado la ocasión de compartir sus inquietudes al mismo tiempo que con el discurso resolvíamos juntos algunas de sus dudas.

Pero como de costumbre, ya me estoy yendo de la motivación central de estas palabras (lo siento): la graduación de mi primo. Ésta consistió primero en una misa –colegio religioso- y después, el acto académico. Pero me quedaré con la eucaristía...

Rechazado. Rechazado me sentí entre esas paredes por nada, pero por todo. Por nadie, pero por todos. En silencio gritaba por dentro mi dolor y mi sufrimiento al escuchar simplemente cuatro palabras de una de las canciones que armonizaban la celebración. Esas palabras eran “en cada pueblo y nación, habría menos gente difícil”.

Bloqueado me aprecié, reprimido por la situación y forzado a seguir, –como siempre-, sonriendo. ¿Cómo que menos gente difícil? Esa “inocente” canción consiguió indignarme, despertar en mí un sentimiento de enfado con el mundo que no pude expresar en ese momento.

Soy de los que piensa que las personas difíciles son las que verdaderamente tienen un potencial incalculable que entregar al mundo, pues personas sencillas sobramos. Por eso, desde aquí os aplaudo y animo a todos aquellos que de un modo u otro, os complicáis la vida, pues sólo así encontraréis su verdadero y último sentido.

Y, por favor, haced caso omiso a esa letra que lo único que pretende es, a mi ver, reducirnos a todos a los mismos principios y criterios para la fácil manipulación. Fácil manipulación, a su vez, encabezada por el propio gobierno y otros tantos órganos de poder.

Nunca dejes de ser tú mismo, pues la mayor traición que podrías hacer es la de negar quien eres en realidad. Resistencia, pese a quien pese.

domingo, 20 de junio de 2010

Identidad



Hoy comenzaré con unas palabras que me marcaron de cierta película con la que pensé nunca antes podría encontrarme:

[…] Martes, tres de la mañana, una vez más no puedo dormir
Es como si estuviera esperando que el tiempo arregle alguna parte de mí que sigue rompiéndose
Ya he tirado el periódico y he lavado los platos sucios
Nada que hacer, salvo sentarme aquí y pensar […]


¿Qué te sugieren?

A mí un claro ejemplo de la asombrosa capacidad reflexiva del hombre. Un claro ejemplo, por otro lado, de lo que vivir supone: un constante duelo con nosotros mismos, sin saber nunca si ganamos o perdemos.

¿Es el hombre quien necesita de la palabra o la palabra necesita del hombre para existir? Demasiado joven y desconocedor de la materia como para pronunciarme, pues un mero intento sería terriblemente desconsiderado. Solamente planteo la cuestión para incitarte a ti, lector, a que reflexiones conmigo.

¿Será necesaria la facultad del lenguaje –de la cual hablaré indudablemente en más entradas, pues han centrado mi último año- para poder ser nosotros mismos? Tampoco lo sé, pues inconsciente e iletrado por siempre seré (y por voluntad propia, que conste… Pues me seduce mucho más la idea del amor y la pasión por el Conocimiento, que su alcance).

Olvidando un poco las preguntas de difícil respuesta, te comentaré que me es exageradamente complicado imaginar la vida sin el monólogo interior, aquel que protagoniza nuestro pensamiento y todo lo que de él se puede derivar. Pese a ser incapaz de articularse, sí te informo (si es que lo desconoces) de que con técnicas pragmático-lingüísticas de análisis discursivo podría ser ligeramente posible reproducir en el medio escrito incluso lo impronunciable por nosotros mismos. Algo curioso, a mi ver… Tendré que documentarme adecuadamente y te prometo que algún día –cuando esté preparado, pues para hacerlo mal prefiero no hacerlo- intentaré mostrarte con el máximo detalle lo que por mi mente pasa, se olvida, o permanece.

Simplemente, por curiosidad. Sería para mí muy interesante poder dar voz a esa parte de nuestra identidad que por su propia naturaleza, sólo a nosotros mismos nos pertenece. Mas quiero entregarme, quiero darme por completo a ti; pues únicamente así podré crecer como hombre y llegar a “ver los reflejos y sombras” de mi propio conocimiento. En otras palabras: para salir de la caverna, (si es que se puede).

Y ahora pensarás: este tonto, ¿qué me está contando? Pues este tonto te dice lo que en su interior siente: un vacío de identidad desde hace unas semanas que se apodera de su ser, que se apodera de su día y de su noche envolviéndolo en una atmósfera en la que el misticismo es el claro protagonista.

A modo de conclusión te diré que me llama la atención el “proceso” que para la Búsqueda –con mayúsculas: fíjate en mi sintaxis, por favor- estoy utilizando: primero fragmentamos la realidad para en ella encontrar la unidad… ¿Qué me dirían los griegos de este proceder?